miércoles, 2 de noviembre de 2011

26° Festival de Mar del Plata: Recomendaciones (por Fernando E. Juan Lima)

26º Festival de Mar del Plata

Algunas recomendaciones

El haber asistido a la 64º edición del Festival de Cannes me ha permitido ver unas cuantas películas que se presentarán en nuestro querido Festival de Mar del Plata. No podemos con las ganas de estar allá, disfrutándolo, gozando de la ciudad, del encuentro con los amigos y, sobre todo del cine.


Para muchos estas recomendaciones sonarán a “chocolate por la noticia”, pero siempre hay alguien a quien se le puede escapar un dato, además de alguna sorpresa y alguna decepción que vale la pena tener en cuenta. Veamos:

I.                   Imperdibles.
En la Competencia Internacional, resulta ineludible acercarse al orwelliano universo que se evidencia en la última película de Jafar Panahi, titulada sugestivamente This is not a film. Es que Panahi, al momento de filmarla, se encontraba cumpliendo arresto domiciliario (estuvo también en prisión efectiva) en razón de una sanción de reclusión y 20 años de interdicción para filmar, luego confirmada por un tribunal de segunda instancia y que sigue intentando discutir en los tribunales, en lo que vendría a ser la Corte Suprema de Irán. El director se junta con un amigo documentalista y le cuenta el guión de una película que no podrá filmar, vemos su departamento y asistimos a los llamados telefónicos por los que nos enteramos de los detalles del juicio en trámite, pero sobre todo nos conmueven las imágenes y sonidos que nos llegan del exterior, ese fuera de campo que adquiere un impacto muy particular (y profundamente político) por cuanto sabemos que lo es en un sentido más amplio que el habitual (no se trata de una decisión del director qué deja en el fuera de campo). Esta “no-película” es osada, revisa parte de la filmografía de Panahi y posee mucho humor (desde su título a los créditos del final, en el que puntos suspensivos ocupan el lugar de los agradecimientos, pasando por una copia de Enterrado, único film que se distingue en su dvdeteca). El final, acompañando al encargado a recoger la basura en el ascensor, piso por piso, para quedar en el umbral de su edificio, tras cuyas rejas bulle la ciudad en inquietantes movimientos, fuegos y sonoridades, da plena fe de que el resultado desmiente el título escogido: estamos ante una película cuyo interés excede a la urgencia política del momento actual.
Posiblemente las mejores películas que pude ver en el citado Festival de Cannes estarán en Mar del Plata: The yellow sea de Na Hong-Jin, y Guilty of Romance del inefable Sono Sion. ¡Qué ganas de volver a verlas! Sobre la primera sólo cabe adelantar que en el marco de un thriller tan acelerado que a veces puede resultar algo enrevesado (el doble subtitulado en francés e inglés, no coincidente entre sí, no me ayudó) tienen lugar las persecuciones automovilísticas más impactantes vistas en mucho tiempo (lo que provocó la irrupción de aplausos durante la proyección en más de una oportunidad). Sono Sion sigue en la línea de sus últimas dos películas vistas en sendos BAFICI, Love exposure y la reciente Cold Fish (algo más delirantes que las no por eso menos excesivas Suicide Club y Strange circus), para dejarnos la historia de una recatada ama de casa que pasa de entrar al mundo del modelaje para terminar dedicándose a la prostitución. El deseo oculto y la investigación de un cruel asesinato (como siempre sangre y sexo están en primer plano) son el hilo que une este relato vertiginoso que, pese a su extensión (otro rasgo habitual en el director), evita esas mesetas que poseen algunas de sus películas.
Sobre Hors Satan, a mi entender la mejor película de Bruno Dumont ya dejamos un comentario aquí mismo (http://derechoalcine2010.blogspot.com/2011/10/adelantos-del-festival-de-mar-del-plata.html). Y, en lo que respecta a la Competencia Latinoamericana, vale la pena acercarse a la brasileña Travalhar cansa, de Helvécio Marins Jr. y C. Campolina, historia que conjuga el más pedestre miedo al descenso social con el terror con todas las letras.
Por último, y ya que estamos, aun cuando ya tiene su estreno asegurado, la noche especial dedicada a la película argentina Las Acacias, de Pablo Giorgelli (premiada con la Cámara de Oro en Cannes, entre muchos otros premios) está más que justificada. El relato sigue el viaje de Paraguay a Buenos Aires en el que un camionero debe llevar, por pedido de su patrón, como “carga extra”, a una mujer y su beba. Los fantasmas de ese costumbrismo a que nos tenía acostumbrado cierto cine argentino podrían causar temor. Pero, ¡a no temer! Las acacias discurre por un sendero muy difícil de transitar y lo hace con elegancia, gracia y cariño a sus personajes. Una pequeña anécdota, que transcurre casi íntegramente en la cabina del camión, es el vehículo para el lucimiento de actores impecables, y nos acerca una sutil incursión en lo que se nos antoja como una historia de amor.

II.                Decepciones.
Kim Ki Duk en Arirang se despega de la estilizada mirada que lo caracterizaba desde sus inicios (y que ya en sus últimas obras venía agotando con la reiteración y auto-plagio). Aquí tenemos un documental en primera persona, una video-carta donde el realizador, deprimido y pasando por una crisis de creatividad, increpa a los festivales: “Ustedes me inventaron; háganse cargo”. Lo que podría ser interesante (un realizador que ha logrado cierta fama y es/era respetado por cierto establisment cultural, se desnuda ante cámara y nos muestra su realidad más íntima, su mundo, su concepción sobre el cine) resulta decepcionante, al constatar lo vacío que es ese mundo, lo básica y superficial que es esa concepción. En fin, el propio Kim Ki Duk parece dar razón a sus detractores.
En menor medida, también fue para mí una decepción Hanezu, de Naomi Kawase. Jugando más explícitamente con lo fantástico, Kawase nos acerca una nueva vuelta de tuerca sobre sus historias en las que la naturaleza y la creación mítica del Japón (que no su historia) juegan un rol relevante. La leyenda de tres montañas y su reflejo en un triángulo amoroso nos hablan de la sempiterna lucha entre los hombres por el amor de la mujer. Que se acuda a golpes bajos, que se sume una insufrible música explicativa (cuando una de los mayores méritos de la directora era el exquisito uso del silencio) y que todo huela a refrito, descorazona un poco. Así y todo, quedan destellos de la mirada de quien creara la impar Shara (en la palpitante presencia de la naturaleza, en el reiterado motivo de una enigmática bóveda que se abre con inquietante sonoridad que remite a otros mundos). Sólo esperamos que este sea un menor run for cover para volver con nuevas (y más originales) fuerzas.

III.             Ni fu ni fa + una confirmación.
Dentro de la competencia principal, sólo he podido ver, además de lo antes indicado, dos películas. La primera es Tatsumi, de Eric Khoo, que recorre la autobiografía del historietista Yoshihiro Tatsumi, utilizando para ello sus oscuros mangas, que marcaron el cómic japonés de la posguerra. Con algún destello interesante, los 96’ de animación resultan un poco extensos, reiterativos, lineales. Y, la segunda, L’exercice de l’état, de Pierre Schoeller, ejercicio de pretensiones políticas en las que sólo algunos hallazgo de puesta de escena (los afiches de la película prometen mucho más de lo que ella finalmente entrega) destacan en el marco de un contexto que por momentos resulta redundante y hasta soporífero.
Por último, unas palabras para el amigo Lars von Trier, gran vendedor de humo que, con sus declaraciones pretendidamente pro-nazis logró desviar la atención de su olvidable Melancholia. No es que sea su peor película, es simplemente que su visión sobre el fin del mundo no aporta demasiado a los vacuos ejercicios de explotación a los que nos tiene acostumbrados.

IV.             A modo de conclusión.
No se pierdan las imperdibles. Y calculo que nos encontraremos disfrutando a lo loco de ver todas las películas de Joe Dante, en cine, en fílmico, como corresponde. El resto, rever García Berlanga, decidir si las películas de Alex Cox nos las “guardamos” para el MALBA y encontrar cada uno su propio camino en ese mar de películas que nos está esperando. Nos vemos
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Fernando E. Juan Lima

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