viernes, 23 de septiembre de 2011

Splice: Experimento mortal (por Sergio M. Napoli)


Splice: Experimento mortal (Splice, Canada/2009/104’).
Dirección: Vincenzo Natali.
Guión: Vincenzo Natali, Antoinette Terry Bryant y Doug Taylor.
Fotografía: Tetsuo Nagata.
Montaje: Michele Conroy.
Música: Cyrille Aufort.  
Intérpretes: Adrien Brody, Sarah Polley, Delphine Chanéac, Brandon Mc Gibbon, Simona Maicanescu.

Ciencia Loca

El canadiense VincenzoNatali dirigió en el año 1997 la interesante y claustrofóbica película El Cubo, en la que un grupo de desconocidos eran encerrados en una suerte de cubo Rubick infinito y debían encontrar la salida afrontando todo tipo de trampas mortales en espacios en los que apenas cabían sus cuerpos.
En esta oportunidad el director regresa a las pantallas nacionales con otro film que coquetea con el cine fantástico, aunque esta vez anclado en una base mucho más real como lo es el mundo científico y, en particular, el de la ingeniería genética. En este universo se mueven Clive(AdrienBrody) y Elsa(Sarah Pallin) dos especialistas en la materia que no sólo comparten sus horas de trabajo sino también su vida afectiva, resultando a veces difícil distinguir en cuál de esos ámbitos ambos ponen más pasión y entrega. En este contexto, y luego de varias pruebas, algunas fallidas y otras un poco más exitosas, la pareja da un paso más allá de lo que los propios laboratorios están dispuestos a dar (lo que ya suena excesivo) y decide crear vida artificial a partir de genes humanos y de otros seres vivos. El resultado será un pequeño monstruo al que llamarán Dren y cuidarán, en secreto, como su propio hijo. 
Con el paso del tiempo, no mucho, este ser adquirirá rasgos humanos hasta transformarse en una bella joven con algunos rasgos peculiares, como su evidente calvicie, una fuerte pulsión sexual y una cola con un aguijón ponzoñoso.
En este punto las referencias a las películas de científicos locos y de creaciones monstruosas fuera de control resultan insoslayables. Por este camino Natali decide llevar una historia que, poco a poco se le va deshaciendo, en base a las obviedades, los lugares comunes y la utilización poco imaginativas de ciertos clisés del género.
Sin embargo, el gran defecto de la película no estará en estos errores sino en su total y absoluta falta de clima, en su imposibilidad de generar en el espectador algún tipo de reacción frente a las extremas experiencias que atraviesan Clive, Elsa y Dren. Contrariamente a lo que ocurría en El Cubo, donde el excelente trabajo de dirección permitía incomodar al público e incluso comprometerlo, hasta físicamente, con la historia, aquí las situaciones planteadas resultan entre anodinas y ridículas (ver por caso, el descubrimiento de las alas de Dern), generando así una sensación de extrañamiento y distancia que en nada ayudan a una trama entre previsible y aburrida.

                                                           Por Sergio M. Napoli

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