viernes, 23 de diciembre de 2011

Año Nuevo (por Fernando E. Juan Lima)

Año nuevo (New Year’s Eve, EEUU/2011/118’).
Dirección: Gary Marshall.
Guión: Katherine Fugate. 
Fotografía: Charles Minsky.
Montaje: Michael Tronick.
Música: John  Debney. 
Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Hillary Swank, Jon Bon Jovy, Seth Mejers, Sarah Jessica Parker, Robert de Niro, Halle Berry.

     Acaba el año
   
Gary Marshall (Eternamente amigas, Mujer bonita, Frankie y Johnny, Novia fugitiva, Día de los enamorados) vuelve a demostrar que, más allá de alguna sobrevalorada comedia que no resiste el paso del tiempo (desafío: intentar rever Mujer bonita), lo suyo es la producción en serie de sumas de clichés marketineros que, en el mejor de los casos, sólo se acercan a lo tolerable. Año nuevo no es la excepción. Sin embargo, es una película tan básica, tan mala
(tanto en sus aspectos técnicos como en el desgano demostrado por el seleccionado de actores que en ella trabajan) que en un punto es entretenida, generando momentos de involuntario humor que llevan a la carcajada a quien tenga más de 9 años y haya visto más de dos películas (elementos con los cuales basta para descubrir desde el inicio todos los hilos que mueven las múltiples historias que pretenden entrelazarse). 
            “Crowd-pleaser”. Este tipo de productos está pensado para “gustar a todos los públicos”. Es por ello que se suman sin pudor (y en este caso, sin tino ni gracia) elementos de comedia, drama familiar, comedia romántica, mirada turística sobre una ciudad (la omnipresente Nueva York) y hasta algún intento de apunte sociológico sobre el “hombre del nuevo milenio”. Todo es superficial y epidérmico, no hay tiempo para ahondar en ninguna de esas líneas. Profundizar en alguna de ellas, por lo demás, podría espantar a algún espectador y ello es inaceptable en este caso. Es por eso que las múltiples (demasiadas) historias que se amontonan (decir que se entrelazan sería demasiado en relación con esta película) se parecen más a una sucesión de diapositivas que al montaje que permita la narración de una historia.
            Y es que eso de intentar complacer a todo el mundo es muy difícil (por no decir imposible). El pastiche resultante es tan monstruosamente amorfo que termina por causar náuseas antes que provocar placer. Pensemos: por más que nos guste la pizza y el helado, que nos ofrezcan una porción de fugazzetta con una bochita de helado de dulce de leche granizado mueve más bien al atragantamiento o al vómito. Ello es lo que ocurre con Año nuevo: en algún momento debería haberse tomado una decisión en cuanto a qué película estaba teniendo lugar, o al menos intentar encontrar un orden que pudiera hacer pensar en cierta lógica en los elementos amontonados. Como ello no sucede, el resultado es el indicado.  
“Bigger than life”. En relación con lo antes dicho, un elemento que tiene que ver con la esencia del cine (y en particular, con el cine de Hollywood) es el que se relaciona con aquello que es “más grande que la vida”, distinto, claramente mejor (o peor) que ella. En lo que hace al caso particular, ya es casi un lugar común la historia navideña en la que el solitario encuentra el amor, el avaro se torna generoso, los conflictos familiares son dejados de lado, etc. El asunto es que la renuncia al verismo no debiera hacerse con agravio al verosímil (salvo que ese fuera el tono pretendido por la película, cosa que no ocurre en Año nuevo).
Al no haber construcción de personajes, la suma de momentos más grandes que la vida se parece a la mera explosión de fuegos artificiales (valga la comparación, para las fiestas) fuera de todo contexto. Desde la explosión de un choque en una película de acción (que necesita de la persecución previa) hasta el arranque melodramático de un final determinado (que requiere del crescendo previo), existe un contexto, una construcción que justifica y explica ese momento que, analizado de manera aislada, podría parecer excesivo.
Es que, aún una basura irredimible como Biutiful (González Iñárritu), quizás la peor película estrenada por estas tierras en 2011, se toma su tiempo para definir los contornos de los personajes involucrados. Por el contrario, en Año nuevo, las “historias” son tantas (en el cine, tras de mí había un señor que no paraba de preguntar “¿quién es ese/a?” ante cada cambio de protagonista) que no hay tiempo para esas “minucias”. Así, la retahíla inesperada y fuera de contexto de Robert De Niro, moribundo, dopado y “fotógrafo en la guerra de Vietnam” (¡¿?!) no puede sino mover a la risa.
Porno. Una última reflexión: el actual “cine” pornográfico, el posterior a la década del 70, el que cambia su manera de producción y creación con la aparición del video se acerca bastante a la lógica de Año nuevo.
Ya no se intenta narrar una historia, sólo acumular grandes momentos. Quizás sólo quepa aclarar que el lugar de las escenas en que los actores intercambian fluidos es aquí ocupado por las redenciones findeañeras. No importa que las actuaciones sean malas o increíbles, que no exista progresión dramática, que se noten todos los hilos del guión, del montaje, de la puesta en general. En una especie de “top 20” de los lugares comunes sobre las fiestas, casi que sólo asistimos a una suma de aislados clímax (¿cumshots?), con una previa más breve –incluso- que la del cine porno.
Amigos, no intento aquí una lectura moralizante sobre el porno (por lo demás, para lecturas moralizantes ya está la propia bazofia que aquí examinamos). A cada cual con sus gustos. La comparación con el porno no es realizada con ánimo de reprobación genérica a ese tipo de cine. Sólo que también hay buenas y malas películas pornográficas, y Año nuevo se acerca a estas últimas. Así las cosas, lo cierto es que acaba el año (y con ello el momento es propicio para analizar los estrenos que se producen en nuestro país, la diversidad de propuestas y la respuesta del público); a nosotros nos queda decidir si nos gusta que lo haga de manera tan gruesa y obscena sobre nuestra sensibilidad cinéfila.
                                                                              Fernando E. Juan Lima                                    

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