martes, 23 de agosto de 2011

¿A quién Sirven ciertas notas periodísticas? (por Fernando E. Juan Lima)

   
        Lunes 22 de agosto. Feriado sí, pero no puedo dejar de escribir estas líneas urgentes. Es que la indignación que me produjo la nota publicada en el diario La Nación de ayer por Pablo Sirvén (http://www.lanacion.com.ar/1399418-a-la-caza-del-publico) se me quedó atragantada junto con el desayuno. No es que me sorprenda la cantidad de medias verdades y maquilladas mentiras, la superficialidad del análisis, la evidente operación que no hace sino demostrar a quién Sirven ciertas operaciones (que la ética periodística obligaría a dejar asentado el aviso de que se trata de un “Espacio de publicidad”).
De Viudas hablamos en el programa del viernes (oír acá: http://www.ustream.tv/recorded/16758399)  y en principio me asusto coincidir en algo con Sirvén: el debate que se armó con la humorada de Valeria Bertuccelli (que a mi entender no
fue sino eso, de ahí lo injusto del ataque a esa gran actriz) sirvió al menos para dar visibilidad a una película argentina, cosa que, efectivamente, no suele ocurrir (de hecho, contrariamente a lo que es la línea histórica de los editoriales de Sirvén, gran parte de la explicación de la magra cosecha de público de muchos estrenos argentinos tiene que ver con que masivamente ni siquiera se sabe de su existencia).
Para no perder tiempo en posibles interpretaciones de tal malentendido, cabe aclarar una supuesta intención que ni pienso que fuera la de Bertuccelli, ni (en su caso) comparto en forma alguna: sostener que el cine mainstream norteamericano es un todo que sólo puede ser criticado. Ni él es siempre malo, “per se”; ni hay que defender el cine nacional como si se tratara de un conjunto, por el solo hecho de ser nacional. Realizada esta aclaración, vayamos al meollo del problema. Así como recientemente, en sospechosa concordancia temporal con el conocimiento de que el INCAA estaba estudiando la posibilidad de tomar alguna medida para disminuir el obsceno número con el que se estrenan los “tanques” en nuestro país (ver en este blog la nota de Sergio Napoli) salía una nota de ribetes canallescos (http://www.perfil.com/ediciones/2011/7/edicion_594/contenidos/noticia_0076.html), la prédica constante de Pablo Sirvén no puede tomarse seriamente como una noticia más de la sección espectáculos de un diario. Es cierto que su formato se acerca siempre más al editorial, pero aun la primera persona necesita la aclaración de algunas circunstancias. Es que SIEMPRE se trata de notas interesadas, que apuntan a la consagración de un determinado cine argentino que, vale decirlo, es aquel que nosotros con alegría pensamos que (en términos generales) cada vez más es un producto y una representación de un pasado que queremos dejar atrás.
Así, en una nota que se hace fuerte en números de copias, entradas vendidas, recaudación y otros datos que hacen estrictamente a estrategias publicitarias (la referencia a algo parecido a una apreciación respecto de lo que de arte pueda tener el cine se reduce al mínimo penúltimo párrafo), como al pasar desliza su venenosa cantinela que tiene que ver con la supuesta “…mala fama que se hizo (el cine argentino) por su porfiada persistencia en el bodrio oscuro, de ritmo y argumento soporíferos y actuado por NNN que casi nadie quiere ver”. Los números del muy interesante Anuario 2010 publicado por el INCAA son leídos con parcialidad, para sustentar lo que es su postura de antemano, asumiendo que lo único que quiere ver el público es sub-productos que cuentan con el aval de un canal de televisión o que pueden darse el lujo de gastar casi el equivalente al mitad del costo de la película en publicidad y tener un lanzamiento conjunto con Sony Music (tal el caso de Viudas).
La postura de Sirvén es transparente: menos películas por año y, sobre todo, menos operas primas. La idea tiene que ver con la continuidad de lo que él entiende que es el manistream local. Pero así como su niño mimado Campanella podría avalar algunas de sus afirmaciones, esconde y olvida su incondicional apoyo a El mural, película que habría cumplido con los parámetros que él propone y que pese a haber insumido una enorme porción del presupuesto destinado a fomento (más algún extra proveniente del Fondo del Bicentenario), fue un estrepitoso fracaso. Sirvén considera el Nuevo Cine Argentino una anomalía, una desviación, un mal paso que debe ser olvidado (ni qué decir de toda la novísima producción que siguió al NCA). El asunto es que no creo que este apoyo tenga que ver con sus gustos en materia de arte (la propia nota confirma esta creencia). Se trata de números, de negocios, de dinero. Tengámoslo en claro.
                                               Fernando E. Juan Lima

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